El huevo es uno de los ingredientes más versátiles de la cocina en España: revueltos con setas, a la plancha como desayuno, cocidos como guarnición … hay muchas opciones a la hora de comer huevos de forma saludable.
A pesar de ello en ocasiones son unos auténticos desconocidos.
Por ejemplo, si compramos una docena y aparecen un par de huevos con la cáscara arrugada, qué será lo correcto, ¿hay que desecharlos o se pueden comer con tranquilidad?, ¿sabemos cuál es el posible motivo de ese aspecto?
Los expertos en la Tecnología y Ciencia de los Alimentos avisan que son defectos comerciales que no afectan a la seguridad ni a la composición del huevo, por lo que se pueden utilizar sin problema.
La presencia de rugosidades en la cáscara de los huevos se considera un defecto de su calidad, al menos en lo visual, que no suele implicar un defecto en su valor nutricional o seguridad.
Entre las posibles causas de la rugosidad se encuentran:
- Falta de madurez o defectos en la función de la glándula cascarógena o útero de la gallina, estrés o hacinamiento.
- Deficiencia de cobre en la dieta de gallinas ponedoras.
- Exceso de calcio.
- Etc…
Después de aclarar estas dudas, no está de más acabar recordando que el huevo además de aportar proteínas de alta calidad, es bajo en calorías y contiene casi todas las vitaminas, salvo la C, que necesita el organismo, también minerales de interés (hierro, fósforo, selenio). La energía que aporta proviene de los lípidos, que son principalmente ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados, o sea, aquellos considerados beneficiosos para la salud cardiovascular.
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